30.5.12

Reflexiones de un fin de semana “Memorial”*


Este escrito no estaba en agenda.  Solo quiero expresar mis emociones.  El pasado fin de semana del Día de la Recordación o “Memorial Day” para los americanos, ha sido más especial que en ocasiones anteriores.  Fue un cúmulo de sensaciones dispares y enfrentadas.  Siempre lo es porque se recuerda a los caídos en conflictos bélicos.  Pienso que es un desperdicio de vidas, principalmente, jóvenes y productivas. Vidas que se pierden solo porque un par de individuos con ínfulas de dioses no se han puesto de acuerdo  en quien domina a quien.  No solo se pierde la vida de combatientes sino la de civiles, que en su mayoría no entienden porque hay un conflicto.  Es mi forma, muy personal, de ver las guerras.  No tengo “caídos en guerra”, pero ese día, más que otros, recuerdo a los que ya no tengo conmigo…
….Desde que adquirí el servicio de televisión por satélite… parece un anuncio… me he convertido en una “adicta” a la programación europea, y es casualmente el último sábado del mes de mayo que se celebra el Festival de Eurovisión.  Los que me conocen saben que soy una fiel y ferviente seguidora de este festival.   Soy lo que denominan una “eurofan”.   Este concurso es una especie de olimpíada musical donde 42 países de la Unión Europea (UE), representando sus respectivas televisoras nacionales luchan por ganar la sede para el próximo año. No importa que Europa esté pasando por la peor de las crisis.  El honor de estar en el escenario de cristal acrílico, no solo conlleva que la canción ganadora sea la “canción del verano”; si no la exposición mediática, por tres minutos.  Solo se permite un máximo de seis personas en escena.   La selección se hace por voto popular.   Un panel de expertos en cada país participante  emite el veredicto en caso único de que las conexiones del satélite se interrumpan.  Y nunca se puede votar por su propio país.  A esto se le añade, el “boom” turístico que representa para el país que se convierta en sede.  Algo así, como es “Miss Universo” para los latinoamericanos.   Celine Dion (1988, Suiza) Y ABBA (1974, Suecia) son egresados de Eurovisión.  Ambos han sido ganadores.  También  la historia de Eurovisión  ha tenido casos raros como el de Domenico Modugno con su famoso “Volare(Nel blu dipinto di blu), que quedó en tercer lugar en 1958 y es una de las canciones más famosa en la historia de la humanidad. Prácticamente nadie recuerda quien ganó ese año.
…Este fin de semana ha sido diferente. Fue agridulce.   Ha sido un fin de semana plagado de mucha tristeza y a la misma vez de redescubrir el “encanto” del viejo mundo. 
Con una mala pasada de la fatalidad, la muerte no solo ha entrado en palacio,  violentando  el título **de la obra de René Marqués (1957, año de mi nacimiento) si no que se ha alojado a sus anchas.  Se encargó de arrebatarle la vida a seres relacionados a mi existencia y a  otros que por la notoriedad de quienes eran o la forma del deceso  se sumaban a la lista de los que han muerto  recientemente: amigos, familiares, celebridades. Aumentando la pira de la Parca y expandiendo el  velo de la pena.
A la televisión y al cine les gusta mercadear con la tristeza.   Desde  hace un año,   veo en  el Día de la Recordación,  una película titulada Taking Chance (HBO, 2009). Este drama narra la experiencia real de un teniente coronel del Cuerpo de la  Marina de los EU, Mike Strobl,  al escoltar el cuerpo de un soldado caído en la guerra de Irak a su pueblo natal y “devolverlo”  a su familia.  Durante el viaje,  este militar que por su rango no le correspondía realizar escoltas, se ofrece hacerlo  por  una oportunidad ***que ve de ir a su pueblo natal, de ahí el juego de palabras del título, y  “conoce” a Chance, que así se llama el soldado caído.  Chance solo tenía 19 años al morir en Irak.  El teniente coronel  Strobl,  va en su viaje de entrega “recogiendo” la vida de Chance.   Tengo que señalar que la presentación en detalle del procedimiento y protocolo  de  un sepelio militar es impresionante.  Strobl, llega a admirar al individuo y sufrir la partida de Chance.  Por todos los lugares que pasa el cuerpo de Chance, hasta llegar a su destino, levanta muestras de un respeto máximo, sin las personas ni siquiera saber quién era este chico de Wyoming.  Al final, este disciplinado militar se encuentra a sí mismo, a través de una experiencia que conmueve al más duro de los soldados.   No puedo evitar llorar siempre que la veo y máxime cuando revivo  a través de esta historia, el proceso de haber perdido a los seres que más he querido en esta vida: mis padres… Y recordar a los otros…. A tantos Chance que han perdido su vida en esta guerra continúa… Es una especie de acto de masoquismo de mi parte, pero necesario…
 Por casualidad, mi padre era veterano de Corea. Y su ataúd estaba cubierto con la bandera americana como le ocurrió a Chance.  El lunes 28 de mayo, Día de la Recordación entendí  este dolor que solo se alivia pero no se extingue.  Es parte de uno como individuo lo que se va.  Pero a la misma vez, siguen viviendo en la memoria y en cada recuerdo, anécdota, detalle,…
… Sábado, 26 de mayo… era día de Eurovisión. Desperté y desde temprano me conecté a Baku, Azerbaijan, para seguir MI FESTIVAL.  Cuando llegó el momento, la fanfarria de UE anunció el comienzo de la contienda musical. Cada una de mis fibras nerviosas vibra con esa fanfarria.  Mientras transcurren las cuatro horas, para mí se detiene todo, cuando digo todo, es TODO.  Este año la calidad de las puestas en escenas, voces y no decir las canciones fue superior.  Los competidores fueron una gama de lo esperado a lo impensado.   Abuelitas rusas  invitando a bailar y amar la vida en el más festivo de los cantares étnicos, a la misma vez que cocinaban galletitas en una simulación de un horno primitivo... ¡En escena!  La edad no es un impedimento.  Una aborigen Berebere con un bailarín tan  pesado que parecía un luchador japonés de sumo,  representando a un país tan escandinavo como Suecia.  Los ganadores absolutos.  Grecia, siempre uno de mis favoritos, llevó  una representación de  la Venus de Boticelli que bailaba como la colombiana Shakira.  Fue un desfile de gente joven, hermosa y atlética (Chipre, Malta) que incluso no cantaban en vernáculo. Los rumanos cantaron en español.  La elegancia y acierto que exhibió España, país al que siempre apoyo por la herencia cultural, me emocionó tanto, que las lágrimas se corrieron varias veces.  Aunque es una canción de desamor, no pude dejar de asociarla con las personas que han abandonado la vida…
 Para finalizar, creo que me he extendido mucho.   Reflexioné porqué mi fanatismo desmesurado por este concurso que me enclaustra por aproximadamente una semana y que cuando finaliza me deja una sensación de euforia como se titula la canción ganadora mezclado con otra de pérdida.
Sencillo, soy humanista… me identifico con Cristóbal Colón buscando la ruta a las Indias y todas esos relatos  fantásticos que oía de niña y que disfrazaban la historia para hacerla más atractiva.  Soy una aborigen del Nuevo Mundo con predilección  hacia el Viejo,…y  que a veces le gusta que rompan con los estereotipos… Y Eurovisión es el escenario perfecto para romperlos. 
Sin duda alguna, un fin de semana largo, muy especial…

*Juego de palabras relacionado con el término en inglés de” Memorial Day” y el título del blog
** La Muerte No Entrará en Palacio / obra de teatro de René Marqués
** Chance se traduce como oportunidad
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15.5.12

Shangri-La: ¿1933 o 2012?




 La primera vez que oí la palabra Shangri-La, fue de los labios de mi madre.  Quedé seducida por ella. Es musical. La música siempre ha corrido por mis venas.  Creo que en ellas hay más música que sangre.  ¡Shangri-La! Mi madre sabía el efecto que había causado en mí.  Me contó de un relato que leyó en el Reader’s Digest, (que en su versión en español, titularon “Selecciones”). En esta publicación tan de moda en los años 40 y 50, apareció, una historia de un avión que se accidenta en lo más profundo de la selva y como los sobrevivientes hacen el recorrido de vuelta a la civilización.  Uno de los puntos más impactantes del relato, para mí,  era como la única mujer del grupo se tuvo que desprender de su largo cabello, que adoraba, porque este se enredaba entre la maleza, le imposibilitaba avanzar y por lo tanto “salvarse”.  Los protagonistas de esta historia al contar su odisea, compararon su aventura con la que el escritor británico, James Hilton, plasma en la más famosa de sus novelas: Horizontes Perdidos (1933)
1933, año del principio de La Gran Depresión: la crisis económica...y más adelante, la Segunda Guerra Mundial y Adolfo Hitler. 
En 1973,  descubrí la novela, por una versión musical que hizo Hollywood.
1973, año de una década turbulenta: La guerra de Vietnam,  la masacre de los atletas israelíes en las  Olimpiadas de Munich, golpes de estados, prácticamente a diario, el escándalo Watergate,  la muerte de  Elvis Presley y la separación de Los Beatles. 
Un panorama desolador y negativo en ambas ocasiones. 
Horizontes Perdidos relata cómo un grupo de individuos de diversas clases y personalidades coinciden en un avión que se extravía en el Himalaya.  En su afán por sobrevivir llegan al valle escondido de Shangri-La.  El paraíso utópico de la sociedad perfecta donde impera la armonía espiritual. La felicidad es permanente y los moradores, de este valle de la abundancia,  se acercan a la inmortalidad y son “perfectamente hermosos” por dentro y por fuera.
Para épocas de una nefasta, cruel y real depresión y por qué no, convulsión, la trama es idealmente escapista.
Si la música es mi “líquido vital”, la lectura es mi “alimento”.  Esta novela y sobre todo la película de 1973, (en 1937, se hizo la primera versión fílmica de la novela, dirigida por el director, Frank Capra), se convirtieron en parte de mi decálogo existencial. Aprendí cada una de las canciones que componían la banda sonora, canciones que todavía canto y analizo, una y otra vez.  Desde ese momento, incorporé complementos orientales a mi estilo personal.  Siempre he querido tener los ojos rasgados de los asiáticos.  Y más que nada, he deseado formar parte de la “comunidad eternamente perfecta y feliz” de Shangri-La. …¿Quién, no?...
Una vez más, estamos viviendo una Gran Depresión. Cuando las mujeres de mi familia contaban, sus historias, como parte del elenco trágico de los 30 , siempre puntualizaban en: “Tienes suerte de haber nacido en esta época".  Y yo, ingenua, me lo creí.
Una de las canciones de la banda sonora de Lost Horizon (1973) se titula: “The World is Circle”. Y su primera estrofa dice:
The world is a circle without a beginning
And nobody knows where it really ends
Everything depends on where you
Are in the circle that never begins
Nobody knows where the circle ends
Traducción:
El mundo es un círculo sin principio
Y nadie sabe dónde termina
Todo depende de dónde tú
Estás  en el círculo que nunca comienza
Nadie sabe dónde  el círculo termina
 Y son estas líneas, precisamente, las que han vuelto a traer a  a mi memoria,  el fenómeno Shangri-La.
En esta Gran Depresión de los 30, se ha fundido la vorágine  de la Década de los 70: los precios elevados de las materias primas, la sobrevalorización de los productos de consumo, la alteración  en el orden alimentario y la dependencia energética, la inflación aumentando la crisis crediticia e hipotecaria. A todo esto se le suma el terrorismo prácticamente en la puerta de tu casa, y la violencia rampante a cualquier hora o lugar. Y ésta ya no discrimina.
Buscamos desesperadamente nuestro valle de “felicidad eterna”. A como de lugar.  Repetimos la historia de la mujer que tuvo que “sacrificar” su pelo  para poder sobrevivir, solo que ahora, estamos sacrificando los sentimientos, los valores,  la instrucción y la disciplina y muchas veces desperdiciando algo tan valioso como la vida misma.
La canción dice: el mundo es un círculo, y así como pasó en 1933 y en 1973, sabemos que este mal momento se superará y regresará la prosperidad.  Les contaremos a nuestros descendientes sobre la gran depresión postmoderna. Y Shangri-La continuará existiendo por siempre escondido en cada uno de nosotros, aunque no lo conozcamos por su nombre.  Pero entonces es nuestra obligación conservar y preservar los fundamentos vitales, para alcanzar la “perfección” de sus habitantes, sin perder la individualidad.

Recomendamos: 
Lost Horizon by James Hilton (Full Text by Project Gutenberg of Australia)